La magia del fútbol es capaz de contagiar a todos sin
diferencias; no hace falta ver ni tampoco escuchar por
una sencilla razón: el fútbol se siente. Quienes desde siempre amamos este
deporte –no por modas o campañas de mercadeo– sentimos cómo la magia se apodera
de nuestro cuerpo por 90, 120 minutos, o mucho más, si en instancias decisivas
debemos sufrir una tanda de penaltis. Cada gol y cada oportunidad que se esfuman
son logros e impotencias que se viven en carne propia y dejan huellas. Es por
ello que junio y julio de 2015 traen altas dosis de pasión. Cerrado el telón de
la Champions llegó el momento de la
principal competencia de fútbol entre selecciones de América del Sur: la Copa
América.
Foto: LA NACIÓN / Mauro Alfieri
El deporte, sea que se considere como recreación, terapia o competencia, es de suma importancia para el desenvolvimiento social de las personas con discapacidad, porque contribuirá en el fortalecimiento de las relaciones interpersonales, la mejora del autoestima y el incremento de la autonomía, lo cual en conjunto implica triunfos sobre las barreras excluyentes del contexto.
No es el objetivo de estas líneas escribir un manual de
especificaciones técnicas de accesibilidad, pero pecaría por omisión si
dejo de recordar que lo ideal es incorporar el diseño universal a los recintos
deportivos para garantizar que todos los usuarios (sin excepciones) puedan
asistir y disfrutar al máximo cualquier competición, bien sea como espectador o
como atleta.
De vuelta al fútbol, si el espectador está en el lugar de
los hechos será más fácil la percepción de lo que ocurre en el juego. Miles de
personas saltando al unísono provocan que las gradas vibren y eso no tiene
comparación. Además, la temperatura, el
público y hasta la comida chatarra armarán el ambiente de fiesta.
Cuando se tiene una discapacidad visual, unos audífonos con
una señal de radio que transmita el evento, o la compañía de alguien con visión,
asegurarán que se tengan claras las acciones en la cancha. Por su parte, la
grada será capaz de generar un sinfín de emociones. Los gritos, cantos y hasta
el silencio contribuirán a una atmósfera envolvente, en la que un balón será el
gran protagonista.
En la distancia, la dupla relato-comentario tendrá la
responsabilidad de describir, analizar y hacer sentir que se está en el terreno.
Por ello, conviene evitar descripciones vagas que dependan de la imagen para
ser comprendidas, y considerar en cambio la diversidad de espectadores al otro
lado del receptor. A los periodistas digitales les recuerdo, entretanto, que
existen lectores de pantalla que permiten la accesibilidad de los contenidos en
línea a las personas ciegas o con baja visión, de modo que cualquier recurso
gráfico deberá contar con un texto alternativo que lo describa en su totalidad,
es decir, un tuit con una foto y desprovisto de texto es excluyente.
No demos por sentadas falsas concepciones y hagamos del
deporte rey una fiesta accesible para todos. Aprovechemos que la euforia
alrededor de un partido de fútbol no pasa por debajo de la mesa y tiene además
el maravilloso poder de viajar hasta por satélite.Noticia relacionada
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