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martes, 9 de junio de 2015

El fútbol se siente

La magia del fútbol es capaz de contagiar a todos sin diferencias; no hace falta ver ni tampoco escuchar por una sencilla razón: el fútbol se siente. Quienes desde siempre amamos este deporte –no por modas o campañas de mercadeo– sentimos cómo la magia se apodera de nuestro cuerpo por 90, 120 minutos, o mucho más, si en instancias decisivas debemos sufrir una tanda de penaltis. Cada gol y cada oportunidad que se esfuman son logros e impotencias que se viven en carne propia y dejan huellas. Es por ello que junio y julio de 2015 traen altas dosis de pasión. Cerrado el telón de la Champions llegó el momento de la principal competencia de fútbol entre selecciones de América del Sur: la Copa América.

Foto: LA NACIÓN  / Mauro Alfieri

El deporte, sea que se considere como recreación, terapia o competencia, es de suma importancia para el desenvolvimiento social de las personas con discapacidad, porque contribuirá en el fortalecimiento de las relaciones interpersonales, la mejora del autoestima y el incremento de la autonomía, lo cual en conjunto implica triunfos sobre las barreras excluyentes del contexto.
No es el objetivo de estas líneas escribir un manual de especificaciones técnicas de accesibilidad, pero pecaría por omisión si dejo de recordar que lo ideal es incorporar el diseño universal a los recintos deportivos para garantizar que todos los usuarios (sin excepciones) puedan asistir y disfrutar al máximo cualquier competición, bien sea como espectador o como atleta.    
De vuelta al fútbol, si el espectador está en el lugar de los hechos será más fácil la percepción de lo que ocurre en el juego. Miles de personas saltando al unísono provocan que las gradas vibren y eso no tiene comparación. Además,  la temperatura, el público y hasta la comida chatarra armarán el ambiente de fiesta.
Cuando se tiene una discapacidad visual, unos audífonos con una señal de radio que transmita el evento, o la compañía de alguien con visión, asegurarán que se tengan claras las acciones en la cancha. Por su parte, la grada será capaz de generar un sinfín de emociones. Los gritos, cantos y hasta el silencio contribuirán a una atmósfera envolvente, en la que un balón será el gran protagonista.
En la distancia, la dupla relato-comentario tendrá la responsabilidad de describir, analizar y hacer sentir que se está en el terreno. Por ello, conviene evitar descripciones vagas que dependan de la imagen para ser comprendidas, y considerar en cambio la diversidad de espectadores al otro lado del receptor. A los periodistas digitales les recuerdo, entretanto, que existen lectores de pantalla que permiten la accesibilidad de los contenidos en línea a las personas ciegas o con baja visión, de modo que cualquier recurso gráfico deberá contar con un texto alternativo que lo describa en su totalidad, es decir, un tuit con una foto y desprovisto de texto es excluyente.
No demos por sentadas falsas concepciones y hagamos del deporte rey una fiesta accesible para todos. Aprovechemos que la euforia alrededor de un partido de fútbol no pasa por debajo de la mesa y tiene además el maravilloso poder de viajar hasta por satélite.

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