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lunes, 10 de enero de 2022

Uno de mis mensajes a los antivacunas: conozcan la historia de la familia de investigadores compuesta por Copérnico, Galileo, Kepler y Newton




No voy a mentir, me ha costado mucho publicar estas líneas. Quizás he estado indecisa por no querer herir más susceptibilidades con el tema de la pandemia, pero sobre todo creo que me costaba escribir sobre algo que me recuerda a mi inolvidable tutor el Dr. José Padrón Guillén. 

Cada vez que leo entre los argumentos antivacunas que todo fue desarrollado en tiempo récord siento un calor que corre por mi sangre, y me hacen pensar en mi 'gigante' favorito y su clase magistral sobre estructuras y variaciones de la investigación.

Como punto de partida es necesario comprender que la ciencia va contrastando teorías, desechando algunas y fortaleciendo otras. En el camino, se forman redes de problemas en función de las necesidades, alrededor de ellos los investigadores constituyen familias con sus pares, sin tener que coincidir ni en tiempo ni espacio.

En este sentido destaca lo propuesto por Padrón sobre las secuencias de un desarrollo investigativo en función de un problema global. Muchos de estos problemas no son nuevos, todo lo contrario, y tratarlos ha estado en el tapete científico aunque no mediático desde siempre. 

Volviendo a las secuencias, se trata de cuatro fases lógicas que inician con descripciones o registros observacionales del universo de hechos a estudiar. Posteriormente, el resultado de esta fase es el punto de partida para la construcción de modelos teóricos que den respuestas al porqué de esos hechos. Más adelante, resalta la fase de contrastación o validación de las explicaciones obtenidas en la etapa anterior. Y, finalmente, en el caso de que las teorías hayan logrado cierta verosimilitud, los conocimientos podrán convertirse en tecnologías y con ello intervenir en el entorno para su transformación positiva. De esta manera, al tener satisfecha una necesidad de la sociedad, emergerán nuevos problemas en torno a los cuales otra  familia de investigadores dará respuestas a través de la investigación dando continuidad al ciclo.

Voy a compartir un ejemplo que considero neutral. 

En la línea de tiempo imaginaria de la ciencia muchos investigadores se han agrupado en torno a descubrir qué hay más allá y cómo esos elementos forman parte de un todo infinito al cual pertenecemos. ¿Cómo se formaron los planetas? ¿Cómo ha sido su evolución? ¿Cómo son las relaciones del hombre con el entorno? Esas han sido preguntas claves desde siempre. Preguntas que de manera directa o indirecta han unido en el tiempo a Copérnico (1473-1543), Galileo (1564-1634), Kepler (1571-1630) y Newton (1642-1727). 

Ellos, como todos, retomaron planteamientos ya formulados, buscaron dar respuestas a las debilidades de sus antecesores, quienes vinieron después de ellos han hecho lo propio. Los éxitos o los fracasos son relativos, pues como lo diría Popper el mero hecho de demostrar una falsedad es insumo para otra teoría en su camino para alcanzar altos niveles de verosimilitud.

Por el año 1507, Copérnico expuso que la tierra giraba alrededor del sol, contradiciendo la posición de que la tierra era el epicentro. Sin embargo, pensaba  que la tierra se movía en círculos. Llama la atención, que estos avances vieron la luz muy poco tiempo antes de la muerte del autor quien tuvo temor al rechazo de la dominante estructura religiosa de la época, sí otra vez la iglesia y sus cosas.

De esta manera, catorce siglos después del geocentrismo de Tolomeo, Copérnico fue capaz de retumbar las estructuras de la astronomía. Tal como expuso Popper inspirado en Darwin, que una especie haya sobrevivido en el pasado no significa que lo hará en el futuro, algo que aplicaría a su vez a lo propuesto por Copérnico quien sentó las bases para la revolución científica que culminó Newton mucho después.  

Galileo, con ayuda del telescopio, consiguió maneras observacionales de demostrar lo expuesto por Copérnico en lo que respecta al heliocentrismo y enfrentó las consecuencias ante la iglesia. Una vez confirmado el heliocentrismo, Kepler, otro astrónomo contemporáneo, se dedicó a estudiar los movimientos y órbitas planetarias.

Kepler inicialmente pensó, muy probablemente influenciado por su religión, que los movimientos de los cuerpos celestes tenían que ser sencillos, armoniosos y perfectos. Intentó, fallidamente, demostrar que las distancias entre los planetas y el sol venían determinadas por esferas. Este error es valioso, pues reorienta la observación hacia otros movimientos como los óvalos y finalmente elipses, de donde parten sus tres leyes de los movimientos de los planetas. Cabe mencionar que el esquema de esferas perfectas se sigue usando en la primera enseñanza del sistema solar a niños en edad escolar.

Más adelante en el tiempo, a partir de los estudios de Galileo y Kepler, fue posible para Newton la ley de gravitación universal. Esta relación a través del conocimiento demuestra cientos de años después el valor de los antecedentes, aproximaciones, errores y fases de investigaciones en pro de un objetivo en común.

Un proceso similar ha sucedido con la científica Sarah Gilbert, una de las tantas personas detrás de las vacunas contra la COVID-19 y que nos protegen contra la enfermedad grave y la muerte. 

Ella ha tomado los éxitos y errores de sus predecesores, ha aprovechado los grandes avances tecnológicos que le han acompañado en su trayectoria y ha trabajado en el desarrollo de vacunas contra la malaria, el ébola, una universal contra la influenza y el síndrome respiratorio de Medio Oriente (MERS), así como también de un tipo de coronavirus. En otras palabras, estas acciones en conjunto le han permitido saber desde el principio de esta historia cuál sería el camino para llegar a la vacuna para luchar contra la COVID-19. 

No son resultados aleatorios, no son resultados en tiempo récord, esta gigante lleva su vida dedicada a las vacunas y ha sabido aplicar junto a su equipo todo un compendio de conocimientos al servicio de la humanidad. 

¡Gracias a la ciencia por tanto! ¡Gracias Sarah Gilbert!

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